sábado, 5 de junho de 2004

Mérida - 2



Episodio con lluvia y ventana

Antes que ella misma
fue el olor de la lluvia.

Llegaba antiguo y frágil, despistado
y se agolpaba
tras los cristales, y su presencia
se hacia acaso deseable,
cobijo aquel sedoso estruendo
en el sagrado, intangible centro
de la nada.

La lluvia, se dijo, es siempre
una forma de exilio.

Lamidos fueron
al instante los amplios ventanales,
el corazón
emitió un sonido similar
al de la nieve al derretirse
mientras ella miraba
las perfectas hojas del césped
mutiladas por el agua.

Abrázame
oyó decirse en voz baja.

Abrázame.

Después fue la lluvia
borrándolo todo, deshaciendo
cristal y ramas,
labios y ventana,
automóviles, casas, y al cabo
a ella misma.

Tendido,
sobre un único trozo de pizarra
quedó el corazón anegado,

sin olor.




Daniel Casado (El viento y las brasas, 2003)